viernes, 26 de febrero de 2010

Te me vas


“Cuanto deseo detener el tiempo cuando estoy con el para que los minutos sean eternos y no tenga que decirle adiós nunca mas”

Recuerdo como en aquella tarde de verano el cielo se tornaba azul pálido con pinceladas blancas, pero si mirabas en otra dirección nubes oscuras acogían las montañas que se divisaban a lo lejos y los rayos dorados del sol con dificultad trataban de pasar entre ellas iluminando uno que otro rincón de donde nos encontrábamos al mismo tiempo que una suave brisa acariciaba nuestros cuerpos.

Y ahí estaba yo, en un silencio enamorado, tratando en vano de ser fuerte, con lágrimas que sin mi permiso brotaban de mis ojos y se escurrían por mi alma.

Sentía sus brazos que me apretaban con fuerza y me hacían sentir tan segura y amada y sus labios que hacían parecer cada beso el ultimo, miraba sus ojos que me observaban con eterno cariño y que expresaban tantas cosas sin palabras.

Lo abrazaba una y otra vez le decía cuanto lo quería y el me correspondía.

Posaba mi cabeza en sus hombros y cerraba mis ojos tratando de detener el tiempo, mientras todos los recuerdos hermosos que había vivido junto a el invadían mis pensamientos llenándome de nostalgia y a la vez de un sentimiento hermoso e inexplicable que corría por mis venas y por cada rincón de mi cuerpo.

Entonces a lo lejos comencé a oír al autobús que lentamente se aproximaba,

Era el autobús que se llevaría a mí amado tan lejos de mí, de mi corazón. Sabia que solo me quedaban unos pocos minutos con el y comencé a sentir el peso de los segundo caer sobre mis hombros.

Cada beso, cada abrazo parecían ser le ultimo, y el espacio entre cada uno de sus dedos era llenado con los míos. Cada suspiro, cada palabra, cada sonrisa, cada lagrima, habían de esa tarde un abismo de melancolía.

El autobús se encontraba ya a solo unos pocos metros de distancia y una brisa fría que helaba mi corazón, me hacia ver la realidad de que en unos pocos segundos el ya no estaría conmigo, era hora de decir adiós, y nunca se sabe cuando será el ultimo.

Sabiendo muy dentro de mí que estaba de más decirlo y que aquellas palabras no harían ninguna diferencia le susurre al oído: por favor, no te vallas. Pero el solo tomaba mi mano y con una voz que parecía calmada pero que ahogaba infinita tristeza me decía bajito: no te preocupes, volveré. Secando mis lágrimas y dándome un beso en la frente lo vi alejarse como el sol de la tarde, mientras en mi mente se iban tiñendo de amor sus últimas palabras.

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