martes, 24 de mayo de 2011

Donde pueda verte


-No te alejes, quédate dónde pueda verte

-¿Y dónde es eso? Preguntó la pequeña

La madre con solo una mirada profunda, directa y precisa le respondió sin palabras.

Pasaron los años y al final, mantenerse cerca, en lo seguro, en lo que ella conocía, era rutina diaria, ya no sentia la misma curiosidad por lo que se encontraba a distancia, su hambre por conocer y explorar el mundo había sido saciada con pan de excusas y agua de peligros inventados.

A eso de las 6 se sentaba en lo alto de una colina a ver el sol ocultarse en el horizonte y a pesar de que su ancla hecha de miedos la seguia a todas partes y enterraba las vagas ideas de partir fijaba su mirada en los pájaros que volaban por todo lo alto y una sensación de infinito renacía en su mirada.

En las noches, se sentaba en la fogata a escuchar historias de unos pocos que se habían atrevido a abandonar aquel pequeño pueblo, a veces en busca de sus sueños otra veces simplememte para romper la monotonía.

Sus ojos resplandecian al escuchar aquellas historias tan reales pero que al mismo tiempo parecían tan cargadas de fantasía, de ese toque inalcansable que, irónicamente, despertaban sus ganas de partir que por mucho tiempo pensó haberlas perdido para siempre.

-¿Y no te da miedo? ¿no te asusta la idea de que luego no vuelvas a encontrar tu camino de regreso, la idea de no saber lo que te espera y no estar seguro de adónde vas? Le dijo la jóven a uno de los forasteros que contaba su más reciente hazaña.

Un silencio cortante invadió el ambiente, a penas se oia la leña retorcerse ante las llamaradas. Entonces una risa rompió la tensión.

-¿Y quien ha dicho que no? al contrario, el miedo es lo que me impulsa, esa mezcla de nerviosismo, emoción y valentía es lo que hace el viaje emocionante, esas batallas que libra mi mente entre hazlo y no lo hagas es lo que hace que la travesía valga la pena, de eso es que se trata la vida, de correr riesgos, de apostarlo todo, de equivocarse y enmendar las cosas, de crecer mientras vas caminando, tu eres muy jóven para darte cuenta, pero algún día lo entenderás.

Varios días pasarón y lo que comenzó como una idea irealista de partir empezó a convertirse en un deseo ambicioso que poco a poco oxidaba las cadenas que la ataban a aquel lugar.

Viajar, conocer, ver más allá de lo que muchos ven, aventrurase hacia lo diferente, romper en pedacitos la monotonía y sacar del vocabulario la rutina…que tentador sonaba todo eso, podia sentir el viento que la impulsaba a tomar el riesgo, y al mismo tiempo el miedo y la duda cortarle el rostro. Sin embargo mientras mas lo pensaba más lo queria y lo necesitaba.

El sol se empezaba a decender, la brisa se hacia mas cortante y fría mientras que una tranquilidad disfrazada cubría el lugar. Se podía escuchar su corazón palpitar, sus manos estaban sudorosas y un enjambre de mariposas hacían fiesta en su estómago, las emociones se encontraban mientras la adrenalina corría por sus venas, es ahora o nunca, pensó.