lunes, 27 de mayo de 2013

7 días de 24 horas



Los lunes me saben a lunes, a inicio de semana, a agenda llena, a preocupaciones, a trabajo, a clases, a tareas sin terminar y otras pendientes por asignar. Mucha gente lo ve como el peor veneno, desde el  sábado estan gritando a los cuatro vientos que no quieren que llegue el lunes, pero el llega nos guste o no, y con el todos sus sabores y así empezó el mio, con una carrera contra el reloj para terminar una de las asignaciones para “Teleperiodismo” denunciar una problemática de mi sector; al principio no fue fácil, no sabía cual elegir, pero no me podía dar el lujo de pensarlo mucho, terminé eligiendo el peligro de cruzar la autopista en el area frente al HOMS donde el semáforo se irrespeta a los ojos de todos, y ahí fue dónde verdaderamente arrancó mi semana, en medio de la autopista, grabando carros  ignorando el rojo que grita PARE y peatones que corrían de un extreme a otro, a esto le sumo tener que elegir las tomas, editar y llegar a clases en un tiempo record de 30 minutos, no se como pero lo logré y entre presenter el video, otras clases se fue mi lunes y me dejo el martes que seguía con el mismo sabor, con el mismo ajetreo. 

El miércoles fue un maratón, de esos que te llegan sin nisiquira inscribirte, los que tienes que terminar sin ninguna alternativa de escape, correr es la única opción y hacerlo de manera estratégica garantizará el resultado positivo o el desastre, en su defecto.  La comida pasa a un segundo plano y todo se resume a una pelea entre tu y el tiempo.  Cinco horas de trabajo seguido por  8 horas de clases, nada más con escribirlo siento el cansancio que se posa en las teclas que dan paso a esta historia.


Pero así, como todo pasa, paso el lunes, el martes, el miércoles y ya era jueves, y todo tenía más sentido solo con saber que pronto tendría unos días de respiro, no recuerdo mucho del jueves, sólo que fue un buen preámbulo al viernes dónde para mi sorproesa tuve la tarde libre y me enorgullece decir que la malgaste en cosas vanales que no sirven de mucho pero son neecsarias para no ahogarse en la rutina de las horas y el paso de los días.

Y entonces llegue a mi última clases dónde me pusieron de cara a mi misma, a mi semana “académica” y lo que inició como un deber un poco pesado en el moemento, se convirtió en esta entrada a un blog que lo tenía un poco olvidado y que tras estas línea se me han despertado las ganas de seguir escribiendo. Porque una realidad es que escribir, para nosotros los comunicadores es adictivo y una vez que empiezas y retomas el “hábito” todo vuelve a tener sentido.