jueves, 7 de abril de 2011

Adiós


Tomó las llaves que colgaban en el gancho de metal, suspiro profundo, encendió el auto y de un brusco aceleron empezó a manejar, las luces delanteras parecían abrirse paso entre las brumas que cubrían el asfalto y un viento frío revoloteaba sus cabellos.

Con la mirada fija en el horizonte y las manos sudorosas se puso a pensar en lo que acababa de hacer, ella no era de esas que actúan por impulso pero ya había aprendido quehay situaciones en la vida que es necesario lanzarse al abismo y solo queda rogar para aprender a volar antes de llegar al piso.

Por quinta vez miro por el retrovisor y las luces de la ciudad parecían quedarse cada vez mas atrás, y con ella se quedaban todos sus pesares, todos sus problemas, todas las lagrimas reprimidas, las mentiras caducadas y la sensación de amargura en los labios, pero sobre todo se quedaba él y todo el amor y el esfuerzo invertido en alguien que por muchos años fue la luz de sus ojos.

La noche caía, el viento soplaba, la carretera era larga y los pensamientos profundos. No tenia un plan, no tenia un rumbo, no tenia mas que la ropa puesta, su carrito blanco y los deseos de seguir adelante.

Sentía el peso de su partida caer sobre sus hombros y le paso varias veces por la cabeza la idea de volver, pero ¿volver a que? Si dónde nunca hubo no puede haber.

-No estoy escapando, se repetía entre dientes, empiezo a escribir un nuevo capítulo, borrón y cuenta nueva empezó a tararear, borrón y cuenta nueva.

Encendió la radio y mientras cambiaba de estación encontró aquella canción que era de los dos, de los días felices y las noches de estrellas, de la ilusión marchita que alguna vez fue primavera; parecía que mientras más trataba de escapar, más se encargaba el destino de restregárselo en la cara.

Sólo Dios sabe cuanto le costo dejarlo.

Volvió y fijo sus ojos en el horizonte y vio una hermosa luz blanca que cada vez se acercaba más y más….y más. Que bonita luz, pensó, que bonito adiós.

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