Los lunes me saben a lunes, a inicio de semana, a agenda llena, a
preocupaciones, a trabajo, a clases, a tareas sin terminar y otras pendientes
por asignar. Mucha gente lo ve como el peor veneno, desde el sábado estan
gritando a los cuatro vientos que no quieren que llegue el lunes, pero el llega
nos guste o no, y con el todos sus sabores y así empezó el mio, con una carrera
contra el reloj para terminar una de las asignaciones para “Teleperiodismo”
denunciar una problemática de mi sector; al principio no fue fácil, no sabía
cual elegir, pero no me podía dar el lujo de pensarlo mucho, terminé eligiendo
el peligro de cruzar la autopista en el area frente al HOMS donde el semáforo
se irrespeta a los ojos de todos, y ahí fue dónde verdaderamente arrancó mi
semana, en medio de la autopista, grabando carros ignorando el rojo que
grita PARE y peatones que corrían de un extreme a otro, a esto le sumo tener que
elegir las tomas, editar y llegar a clases en un tiempo record de 30 minutos,
no se como pero lo logré y entre presenter el video, otras clases se fue mi
lunes y me dejo el martes que seguía con el mismo sabor, con el mismo ajetreo.
El miércoles fue un maratón, de esos que te llegan sin nisiquira
inscribirte, los que tienes que terminar sin ninguna alternativa de escape,
correr es la única opción y hacerlo de manera estratégica garantizará el
resultado positivo o el desastre, en su defecto. La comida pasa a un segundo plano y todo se
resume a una pelea entre tu y el tiempo.
Cinco horas de trabajo seguido por
8 horas de clases, nada más con escribirlo siento el cansancio que se
posa en las teclas que dan paso a esta historia.
Pero así, como todo pasa, paso el lunes, el martes, el miércoles y ya
era jueves, y todo tenía más sentido solo con saber que pronto tendría unos
días de respiro, no recuerdo mucho del jueves, sólo que fue un buen preámbulo
al viernes dónde para mi sorproesa tuve la tarde libre y me enorgullece decir
que la malgaste en cosas vanales que no sirven de mucho pero son neecsarias
para no ahogarse en la rutina de las horas y el paso de los días.
Y entonces llegue a mi última clases dónde me pusieron de cara a mi misma, a mi semana “académica” y
lo que inició como un deber un poco pesado en el moemento, se convirtió en esta
entrada a un blog que lo tenía un poco olvidado y que tras estas línea se me
han despertado las ganas de seguir escribiendo. Porque una realidad es que
escribir, para nosotros los comunicadores es adictivo y una vez que empiezas y
retomas el “hábito” todo vuelve a tener sentido.